En la educación, la narrativa ha sido uno de los recursos mayormente utilizados por los profesores, sobretodo en la asignatura de Historia, ya que esta permite ser el enlace para dar a conocer a los alumnos acontecimientos y sucesos que en algunas ocasiones no se reflejan en los libros de textos.
A través de la narrativa, se puede comunicar situaciones que favorecen la imaginación de los niños, ya que ellos recrean los hechos que el maestro va relatando, asimismo, proporciona la confianza entre ambos para que establezcan relaciones entre los hechos relatados con el presente.
- Con la narrativa se intenta hacer de la historia una ciencia donde el alumno como (sujeto activo) se pregunte sobre el pasado mediante la comprensión de la temporalidad y el espacio en que vive, llevándolo a una realidad de presente-pasado-presente obteniendo en este proceso el conocimiento de su sociedad.
- La narrativa, construye e ilustra nuestra realidad de una forma natural obteniendo su estilo de razonar un hecho histórico según su espacio y tiempo, no busca lo lineal sino que profundiza en lo particular y lateral, usando sus logros de manera practica en su vida.
- Todo esto se logra a través, de razonamiento histórico; planteando preguntas a las fuentes históricas, realizando analogías, inferencias, hipótesis y juicios sobre la realidad sólo su histórica para formar una imagen concreta del pasado de tal manera que sea siempre capaz y/o competente de valorar la información y en su momento reiniciar la búsqueda de más información, cuya finalidad sea la de lograr una visión más amplia y coherente de su realidad.
Según nuestro punto de vista la narración permite un discurso más apegado a la vida, a las vivencias, a la experiencia y hasta al vocabulario de los niños. También enlaza con inteligibilidad pensamientos, sentimientos y deseos. Esto supone un desafío a los modos de enseñar historia porque pone en cuestión a las clases repletas de conceptos y procedimientos ajenos y distantes y porque invita a hacer escuchar la voz de los maestros y profesores y la de los propios alumnos junto a las ideas que aportan los libros y los propios historiadores, además de relatos imaginarios de los niños y sus familias.
En este sentido, se puede concebir a la escuela como un escenario privilegiado donde se produce un doble juego narrativo y de pensamiento. La escuela puede ser el lugar para dejar correr y reconocer el relato de quienes asisten a ella y, a la vez, ser el lugar de transmisión cultural, es decir, el lugar donde los alumnos enlazan su propia historia con la cultura, donde dan sentido a su ensayo en el mundo y se configuran como futuros hacedores de su existencia y su humanidad inmediata.